Me resulta muy curiosa la actitud de Jesús de hoy en el Evangelio. Y es que literalmente le da la vuelta a la tortilla. En el Evangelio de las Bienaventuranzas (leer) Jesús nos propone alcanzar la felicidad. Pero no desde los valores del mundo (riqueza, poder, orgullo, quedar por encima del otro, injusticia...), sino desde los valores de su Reino.
Si queremos ser felices tenemos que descubrir la pobreza de espíritu, en la que Dios es lo más importante; descubrir la misericordia, la humildad, el perdón, la justicia, la paz...
Todos estamos de acuerdo en que son valores auténticos y que en ellos seremos felices.... entonces, ¿por qué no nos los creemos y no los practicamos?
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